Época: Mesoamérica
Inicio: Año 400 A. C.
Fin: Año 1

Antecedente:
El Formativo Tardío



Comentario

Como venía sucediendo desde la fase Locona varias tradiciones confluyeron en el sur-suroeste de Mesoamérica, las cuales se uniformizaron en parte entre el 1.200 y el 400 a.C. por la acción olmeca. Esta región está llamada a recoger su herencia y a tener un acelerado desarrollo, que se hará común al menos en lo que se refiere a su estilo artístico y al simbolismo, ambos de fuertes raíces olmecoides.
En Cerro de las Mesas (600 a.C.) y en Tres Zapotes es donde resulta más palpable la influencia olmeca, hasta el punto de que estos sitios contienen plataformas de tierra planificadas en torno a patios con grandes monumentos tallados. Los dos presentan, al final de su evolución en la primera centuria antes de nuestra era, la utilización de calendarios y de un sistema de cuenta y de escritura jeroglífica.

Izapa es un pequeño asentamiento de tradición Ocós durante el Formativo Temprano que se transformó en un gran centro regional a finales del período. En él se desarrolló el más pujante estilo artístico de Mesoamérica durante la etapa. Aunque se desconoce bastante su arquitectura, el mapa del sitio contiene ocho grupos monumentales dispuestos en torno a patios. En el interior de cada patio se colocaron gran cantidad de monumentos de piedra, incluyendo agrupaciones de estela y altar, tronos y esculturas en bulto redondo de diversa naturaleza. En estos monumentos las escenas más importantes tratan de la glorificación de los gobernantes divinos, así como de cosmologías y escenas de creación, fertilidad, ciclos de vida y acontecimientos astronómicos. Todo ello colocado en un estilo narrativo que, aun preservando elementos olmecas, se puede considerar un claro antecedente de las formas mayas. Por otra parte, bloques glíficos asociados a estas tallas remiten a una relación cercana con Tres Zapotes, sancionando el poder de las figuras representadas, una práctica que a partir de estos momentos se generalizará en el sureste de Mesoamérica. Otros sitios, como Abaj Takalik y El Baúl tienen similares características, siendo formas regionales del mismo estilo.

Un centro de singular importancia por su localización y por su evolución cultural fue Kaminaljuyú. Se pobló a finales del Formativo Temprano, y con el tiempo también desarrolló un estilo regional propio, sin duda consecuencia de la simbiosis de su evolución, típica de altiplano, con Izapa v otros centros de la costa. Sus conexiones con el arte maya son aún superiores, en particular la naturaleza histórica de sus representaciones escultóricas en las que se remite continuamente a la glorificación del gobernante. En esta época Kaminaljuvú se transformó en la cabecera de una jefatura compleja, aglutinando a otros centros menores del valle de Guatemala. Buena parte de esta complejidad política se debe al control de la cantera de obsidiana de El Chayal, de vital importancia estratégica en relación con el comercio mesoamericano. Chalchuapa, Chiapa de Corzo y otros centros inmediatamente ainteriores al Clásico se pueden considerar herederos de la cultura olmeca, y elaboraron sistemas de vida regionales pero a la vez tuvieron estilos artísticos conectados entre sí.